Advertencias del capítulo:
-Algunas palabras altisonantes y lenguaje vulgar.
____________________________________________________________________________
Rusia. San Petersburgo. 16 Agosto de 1917.
Pese a que a partir de del 16 de Marzo se había instaurado un gobierno provisional, en lo que se convocaba a elecciones para formar la asamblea constituyente, no mucho cambió en la sociedad; los ricos seguían siendo ricos y los pobres cada vez mas pobres. La Duma y el Soviet de Petrogrado, peleaban por sus intereses y sus respectivos simpatizantes se hacían cada vez más radicales.
Para Shaka y Afrodita nada había cambiado, pues la aristocracia seguía disfrutando de sus privilegios, su vida bajo el yugo del gran duque Alexandrovich, era el mismo infierno que habían vivido durante 4 años
En el salón de ensayos del teatro, los varones de la compañía tomaban su clase de técnica como todas la mañanas. Debido al calor del verano la puerta estaba abierta.
La clase estaba por terminar, los bailarines estaban realizando el último ejercicio del Grand Allegro, que era una serie de grandes saltos siguiendo una de las diagonales del salón.
Shaka ejecutaba con maestría su diagonal, y para finalizar hizo un “Grand Jeté” y fue a terminar justo a un lado de la puerta.

Lo que vió le hizo perder toda concentración. Se quedó parado allí, como un tonto, pues recargado en el marco de la puerta y mirando su ejecución estaba Aioria, quien lo saludo con la mano y muy sonriente.
-¡Shaka quítate!- gritó Afrodita quien terminaba su diagonal, y sin poder detenerse por el impulso que llevaba, arrollaría a su amigo si este no se movía.
Aioria lo jaló a un lado, esquivando el choque por solo unos cuantos centímetros.
-Gracias… - dijo el rubio perdido en los ojos verdes de Aioria.
-Hola… - Afrodita se acercó muy feliz y tomo a Shaka por los hombros – Te lo devuelvo en unos momentos, debe terminar la clase como se debe o se buscará una buena regañiza.
-Si claro…
Aioria estaba eufórico, el ángel rubio que tanto había deseado encontrar por fin estaba cerca de él, era el mejor regalo de cumpleaños que podía haber recibido. Tendrían la oportunidad de hablar sin que nadie interviniera; pues si algo había aprendido el joven de ojos verdes en sus pocos días en el teatro, era que lo que sucedía allí adentro, ahí se quedaba. Los bailarines, músicos y demás trabajadores del lugar eran como una gran familia, que si bien no todos se llevaban bien, debían mantener esa unión para sobrevivir en tiempos difíciles.
Con una reverencia, para agradecer al pianista que los había acompañado, una para el maestro y una mas para los compañeros, la clase terminó.
Los bailarines tomaron sus pertenencias y comenzaron a salir del salón.
Los cuartos en salir fueron Shaka y Afrodita, y cuando se encontraron con Aioria en el pasillo, el rubio tenía un semblante serio pero sereno, y el peliceleste sonreía abiertamente.
-Es bueno verte aquí… Aioria. ¿Asi te llamas no? Shaka recuerda muy bien el nombre del guapo joven que ha tenido tantos lindos detalles con él.
-Afrodita… - Shaka cerró los ojos avergonzado y negó con la cabeza.
-¡¿Que?! Cuando estamos a solas hablas todo el tiempo de él, pese a que solo lo has visto un par de ocasiones, jeje- Afrodita se sentía feliz por su amigo, por fin había un rayo de luz después de los obscuros días que había vivido. – Bueno los dejo para que platiquen, además debo ver a alguien… ¡Nos vemos luego!
-Adiós Afrodita. – Aioria no dejaba de sonreír.
Y con pasos ligeros y ágiles el peliceleste se alejó.
-Discúlpalo, cuando está dentro del teatro es muy efusivo, este es nuestro refugio… - el rubio despacito abrió sus bellos ojos azules, lo cual a Aioria le pareció una visión celestial.
-Está bien, me alegra saber que no siempre esta serio y triste como cuando lo he visto en la puerta de actores…¿Y tu nunca sonríes?
-No tengo mucho porque sonreír…Pero vamos, este no es lugar para que hablemos. – sin pensarlo tomó la mano del joven de cabello castaño claro, el cual no se resistió al contacto y lo miró con ternura; pero al darse cuenta de lo que había hecho, Shaka retiró su mano de inmediato. – Es por acá…
Los dos jóvenes caminaron por unos laberínticos pasillos y subieron unas escaleras, hasta la parte más alta del teatro, al final de un estrecho corredor Shaka abrió una puerta y con la cabeza invitó a su compañero a pasar.
Era una habitación enorme con piso de madera y varias ventanas que dejaban entrar el fuerte sol de agosto. Estaba llena de escenografía y utilería de los diversos montajes del teatro.
Cerca de una ventana, el rubio se sentó en el suelo cruzando sus piernas como en flor de loto, y Aioria hizo lo mismo doblando sus rodillas y recargando sus brazos en ellas.
-Muchas gracias por las flores y la pequeña Matryoshka* – Shaka fue el primero en hablar y de una pequeña maleta que llevaba sacó la muñequita con toda delicadeza envolviéndola entre sus manos la llevó justo a la altura de su corazón y agachó su cabeza para darle un tierno beso.
-¡Shaka quítate!- gritó Afrodita quien terminaba su diagonal, y sin poder detenerse por el impulso que llevaba, arrollaría a su amigo si este no se movía.
Aioria lo jaló a un lado, esquivando el choque por solo unos cuantos centímetros.
-Gracias… - dijo el rubio perdido en los ojos verdes de Aioria.
-Hola… - Afrodita se acercó muy feliz y tomo a Shaka por los hombros – Te lo devuelvo en unos momentos, debe terminar la clase como se debe o se buscará una buena regañiza.
-Si claro…
Aioria estaba eufórico, el ángel rubio que tanto había deseado encontrar por fin estaba cerca de él, era el mejor regalo de cumpleaños que podía haber recibido. Tendrían la oportunidad de hablar sin que nadie interviniera; pues si algo había aprendido el joven de ojos verdes en sus pocos días en el teatro, era que lo que sucedía allí adentro, ahí se quedaba. Los bailarines, músicos y demás trabajadores del lugar eran como una gran familia, que si bien no todos se llevaban bien, debían mantener esa unión para sobrevivir en tiempos difíciles.
Con una reverencia, para agradecer al pianista que los había acompañado, una para el maestro y una mas para los compañeros, la clase terminó.
Los bailarines tomaron sus pertenencias y comenzaron a salir del salón.
Los cuartos en salir fueron Shaka y Afrodita, y cuando se encontraron con Aioria en el pasillo, el rubio tenía un semblante serio pero sereno, y el peliceleste sonreía abiertamente.
-Es bueno verte aquí… Aioria. ¿Asi te llamas no? Shaka recuerda muy bien el nombre del guapo joven que ha tenido tantos lindos detalles con él.
-Afrodita… - Shaka cerró los ojos avergonzado y negó con la cabeza.
-¡¿Que?! Cuando estamos a solas hablas todo el tiempo de él, pese a que solo lo has visto un par de ocasiones, jeje- Afrodita se sentía feliz por su amigo, por fin había un rayo de luz después de los obscuros días que había vivido. – Bueno los dejo para que platiquen, además debo ver a alguien… ¡Nos vemos luego!
-Adiós Afrodita. – Aioria no dejaba de sonreír.
Y con pasos ligeros y ágiles el peliceleste se alejó.
-Discúlpalo, cuando está dentro del teatro es muy efusivo, este es nuestro refugio… - el rubio despacito abrió sus bellos ojos azules, lo cual a Aioria le pareció una visión celestial.
-Está bien, me alegra saber que no siempre esta serio y triste como cuando lo he visto en la puerta de actores…¿Y tu nunca sonríes?
-No tengo mucho porque sonreír…Pero vamos, este no es lugar para que hablemos. – sin pensarlo tomó la mano del joven de cabello castaño claro, el cual no se resistió al contacto y lo miró con ternura; pero al darse cuenta de lo que había hecho, Shaka retiró su mano de inmediato. – Es por acá…
Los dos jóvenes caminaron por unos laberínticos pasillos y subieron unas escaleras, hasta la parte más alta del teatro, al final de un estrecho corredor Shaka abrió una puerta y con la cabeza invitó a su compañero a pasar.
Era una habitación enorme con piso de madera y varias ventanas que dejaban entrar el fuerte sol de agosto. Estaba llena de escenografía y utilería de los diversos montajes del teatro.
Cerca de una ventana, el rubio se sentó en el suelo cruzando sus piernas como en flor de loto, y Aioria hizo lo mismo doblando sus rodillas y recargando sus brazos en ellas.
-Muchas gracias por las flores y la pequeña Matryoshka* – Shaka fue el primero en hablar y de una pequeña maleta que llevaba sacó la muñequita con toda delicadeza envolviéndola entre sus manos la llevó justo a la altura de su corazón y agachó su cabeza para darle un tierno beso.
El otro joven, vio cada movimiento del bailarín con embelezo, eran los gestos más dulces que había visto en su vida, pero también los mas tristes.
-No tienes que agradecerme, te los doy de corazón. Y, bueno… recibí el papel que me escribiste…Después de eso busqué la manera de llegar a ti, intenté conseguir trabajo aquí para que me dejaran pasar para verte, jeje, pero apenas hace unos días me contrataron.
-¿En que área estás?
- En los talleres de escenografía y utilería – dijo señalando a su alrededor.
-Entonces trabajaremos juntos, se puede decir.
-Si… - el semblante de Aioria cambió, de la sonrisa pasó a una seriedad absoluta – Te voy a ayudar Shaka, se que estás en problemas, dime quién es el bastardo que te lastima y te juro que me encargaré de él.
-No sabes lo que dices y… nadie me lastima.
-¿Ah no? Supongo que aquí nadie dice nada porque ya están acostumbrados a verte así, pero créeme que no es normal que alguien traiga esa marcas de dedos en el cuello, o ese moretón en tu sien que intentas cubrir con tu cabello.
-No podrías hacer nada… Y solo arriesgarías tu vida. – el rubio tocaba las marcas rojizas que tenía en el cuello y mirando hacia la ventana recordaba con impotencia como el duque lo había forzado a tener relaciones en un trío con Afrodita, hacía 2 días.
-¿Es un noble verdad? – el bailarín asintió con la cabeza de forma dubitativa- Las cosas están cambiando en este país Shaka, ¡ya no le tengas miedo al hijo de puta!
-¡Nada ha cambiado Aioria. El zar renunció a la corona, si, pero el gobierno temporal no ha hecho nada, los nobles siguen siendo poderosos y el duque enviaría a sus cosacos a matarte si se entera de que hablé contigo!
Aioria sentía que la sangre le hervía, maldito y mil veces maldito ese que se atrevía a dañar a alguien tan puro y noble como Shaka, si conseguía el nombre del cabrón, estaba dispuesto a lo que fuera con tal de liberar al ángel rubio que tenía enfrente.
-Huye conmigo entonces… nos iremos a otra ciudad, o a otro país si es necesario…
-¡Es que no puedo! –Se levantó intempestivamente, dejando la Matriyoshka en el suelo; la desesperación con la que el joven de ojos azules habló, sorprendió al otro joven – No soy tonto Aioria, ya lo hubiera hecho hace tiempo de haber podido, pero tengo un hermano que depende de mi, si huyera lo dejaría desamparado, solo nos tenemos el uno al otro, no tenemos a nadie mas…
-Un hermano…
Poco a poco entendía la difícil situación que vivía su hermoso ángel; el joven de cabello castaño se acercó con sumo cuidado y envolvió entre sus brazos a Shaka , quien al principio se resistió al abrazo pero poco a poco fue cediendo hasta esconder su rostro en el cuello de Aioria.
-Ya no están solos, ahora me tienen a mi y prometo que cuidaré de ambos…- Con ternura Aioria levantó el rostro del rubio y despacito besó los labios de ese delicado joven que tenía en sus brazos.
Shaka sintió el roce de los suaves labios de Aioria y aunque tardó en reaccionar no se separó para luego corresponder el beso. Se aferraba al saco de Aioria y este lo estrechaba aun más en un gesto protector. Jamás había sentido un beso como ese, todos habían sido forzados, robados, besos que le daban asco y que lo hacían sentir impuro y miserable. Pero este era distinto, este era limpio, honesto, le hacía sentir que había cosas buenas en el mundo, este le hacía sentir libre; la misma sensación que experimentaba al bailar. Este era un beso de amor. Puso su alma y su corazón en esta simple pero bella acción, y al mismo tiempo, de sus ojos comenzaron a rodar cristalinas lágrimas de anhelo y esperanza.
-No tienes que agradecerme, te los doy de corazón. Y, bueno… recibí el papel que me escribiste…Después de eso busqué la manera de llegar a ti, intenté conseguir trabajo aquí para que me dejaran pasar para verte, jeje, pero apenas hace unos días me contrataron.
-¿En que área estás?
- En los talleres de escenografía y utilería – dijo señalando a su alrededor.
-Entonces trabajaremos juntos, se puede decir.
-Si… - el semblante de Aioria cambió, de la sonrisa pasó a una seriedad absoluta – Te voy a ayudar Shaka, se que estás en problemas, dime quién es el bastardo que te lastima y te juro que me encargaré de él.
-No sabes lo que dices y… nadie me lastima.
-¿Ah no? Supongo que aquí nadie dice nada porque ya están acostumbrados a verte así, pero créeme que no es normal que alguien traiga esa marcas de dedos en el cuello, o ese moretón en tu sien que intentas cubrir con tu cabello.
-No podrías hacer nada… Y solo arriesgarías tu vida. – el rubio tocaba las marcas rojizas que tenía en el cuello y mirando hacia la ventana recordaba con impotencia como el duque lo había forzado a tener relaciones en un trío con Afrodita, hacía 2 días.
-¿Es un noble verdad? – el bailarín asintió con la cabeza de forma dubitativa- Las cosas están cambiando en este país Shaka, ¡ya no le tengas miedo al hijo de puta!
-¡Nada ha cambiado Aioria. El zar renunció a la corona, si, pero el gobierno temporal no ha hecho nada, los nobles siguen siendo poderosos y el duque enviaría a sus cosacos a matarte si se entera de que hablé contigo!
Aioria sentía que la sangre le hervía, maldito y mil veces maldito ese que se atrevía a dañar a alguien tan puro y noble como Shaka, si conseguía el nombre del cabrón, estaba dispuesto a lo que fuera con tal de liberar al ángel rubio que tenía enfrente.
-Huye conmigo entonces… nos iremos a otra ciudad, o a otro país si es necesario…
-¡Es que no puedo! –Se levantó intempestivamente, dejando la Matriyoshka en el suelo; la desesperación con la que el joven de ojos azules habló, sorprendió al otro joven – No soy tonto Aioria, ya lo hubiera hecho hace tiempo de haber podido, pero tengo un hermano que depende de mi, si huyera lo dejaría desamparado, solo nos tenemos el uno al otro, no tenemos a nadie mas…
-Un hermano…
Poco a poco entendía la difícil situación que vivía su hermoso ángel; el joven de cabello castaño se acercó con sumo cuidado y envolvió entre sus brazos a Shaka , quien al principio se resistió al abrazo pero poco a poco fue cediendo hasta esconder su rostro en el cuello de Aioria.
-Ya no están solos, ahora me tienen a mi y prometo que cuidaré de ambos…- Con ternura Aioria levantó el rostro del rubio y despacito besó los labios de ese delicado joven que tenía en sus brazos.
Shaka sintió el roce de los suaves labios de Aioria y aunque tardó en reaccionar no se separó para luego corresponder el beso. Se aferraba al saco de Aioria y este lo estrechaba aun más en un gesto protector. Jamás había sentido un beso como ese, todos habían sido forzados, robados, besos que le daban asco y que lo hacían sentir impuro y miserable. Pero este era distinto, este era limpio, honesto, le hacía sentir que había cosas buenas en el mundo, este le hacía sentir libre; la misma sensación que experimentaba al bailar. Este era un beso de amor. Puso su alma y su corazón en esta simple pero bella acción, y al mismo tiempo, de sus ojos comenzaron a rodar cristalinas lágrimas de anhelo y esperanza.


No hay comentarios:
Publicar un comentario